Anoche falleció mi tío Hugo y como es costumbre trate de
recordar los momentos que pase con él pero lastimosamente era muy chico y de la poca memoria que tengo recuerdo que me decía piñita y del día que el némesis de la
familia Zorro hizo de las suyas por tercera vez. Es como si fuera una herencia,
el oráculo que persigue a la familia, la tragicomedia de mi linaje.
Para comenzar tengo que decir que este maleficio tiene
nombre propio. BORRACHERA. Si así como la letra de las 1.280 almas.
A la familia Zorro le encanta el trago y por desgracia ese
amargo vicio es el responsable de tres grandes tragedias que han ocurrido por
tradición.
Tragedia número uno.
El camión
Se remonta a mis 9 o 10 años de edad, una visita de vacaciones donde mi abuelita Encarnación
Zorro. Íbamos caminando hacia una chichería con el perro de la finca el cual acompañaba
a mi abue en el campo.
Todas las vacaciones sin falta el perro estaba con ella, sin
embargo ese día en el trayecto le pregunte a mi abue Encarnación. ¿Cuánto más puede
vivir tu perro? Ella contesto “mucho tiempo mijito” al terminar de decir estas
palabras pasa un carro de cerveza Leona y arroya al perro quitándole la vida en
un abrir y cerrar de ojos.
Tragedia número dos.
El hoyo
Normalmente todos los viernes y sábados si se podía, mi abuela tomaba
cerveza hasta quedar caminando en zic-zac, este hábito de marear sus neuronas
era muy normal para nosotros ya que es una costumbre de la vereda donde vivió
ella.
Después de sudar mucho producto del duro trabajo que conlleva el
trabajar la tierra, la mejor manera de recuperar los líquidos perdidos es con
varias botellas de cerveza.
Esta práctica hizo que mi abuela en ese fatídico día caminara
nuevamente en zic-zac y sin darse cuenta de un hoyo callera de cabeza en él y
la ruana que portaba le tapara el rostro y le sacara el alma.
Tragedia número tres
El puente
Cuando uno marea las neuronas el razonamiento y las decisiones que se
toman en el momento normalmente no son los mejores, este síntoma fue el que sufrió
mi tío Hugo Zorro quien después de unos litros de cebada o anís tenía que decidir en pasar una autopista por
el puente peatonal o atravesarla corriendo. Lastimosamente decidió correr. Un carro
fantasma lo atropello e instantáneamente le contagio el síndrome de Benjamin
Button.
Yo lo conocí a él como un adulto trabajador pero después del accidente se
transformó en un adolecente aventurero. Una de esas aventuras fue cuando desapareció
de casa y lo encontraron después de un tiempo caminando sin rumbo aparente.
Después paso a ser un niño que necesitaba del cuidado de los demás, gracias
al destino cuando era adulto eligió una gran mujer para que lo acompañara en su
infancia. Después se transformó en un bebe ya que según entiendo no se levantaba
de la cama y tocaba cambiarle los pañales hasta que volvió a existir en otro lugar.
Lo más irónico del asunto es que a mi padre le gusta el chupe y yo sigo
la tradición de las resacas con la cabeza en alto.
Solo espero que el oráculo se equivoque y nos deje beber en paz.
¡Salud!
Buenas historias aunque lamento el final de cada una. ¡Buen Blog Zorro!
ResponderEliminar